Hay una película simpática que me recordó un cinturón. Es la del curioso caso de Benjamin Button, este hombre que nace mayor y a medida que pasa el tiempo, rejuvenece.
A este cinturón le pasó algo similar, pero al revés.
Me levanté temprano un viernes, escogí el vestuario que para mí era perfecto tanto como cuando escogemos nuestros pensamientos al amanecer, entonces encontré este cinturón café, nuevo, nunca lo había usado, estaba en perfecto estado, me lo puse y quedó muy bien – ¿Cómo no lo había encontrado antes? – me preguntaba.
Salí alegre de la casa como caperucita roja con su canasta de galletas, me subí en el carro y manejé hasta mi destino, cuando llegué, pasé frente a un espejo, me miro coquetona cuando descubro mi pantalón lleno de pedacitos de algo café, beige, era mi hermoso cinturón que en ese momento había envejecido 20 años, estaba arrugado, pelado, se caía a pedazos, fue tan rápido su cambio que me recordó a Benjamin Button.
Entonces noté que las cosas como los pensamientos tienen un tiempo de caducidad, muchas veces ignoramos que eso pasará y dejamos ideas sin usar, ni ponerlas a prueba, guardadas, esperando que algún día llegue el momento perfecto para usarlas.
El asunto es que así como mi cinturón que parecía nuevo en el ropero y al usarlo ya mostró lo envejecido que estaba, así también puede pasar con esas ideas, las guardamos creyendo que serán por siempre nuevas, auténticas, perfectas y cuando las queremos usar resulta que están más viejas que las ruinas de Machu Pichu.
Reflexionando un poco más, esas ideas que tanto guardamos, a veces para que nadie las copie, esperamos tanto para sacarlas a la luz, de pronto descubrimos que ya alguien más la pensó y la puso en marcha, así que tu idea caducó al punto de morir y quedar solo para decir durante el sepelio, mientras la miras desde lejos y la lluvia cae sobre tu paraguas negro – A mí se me ocurrió eso hace tiempo pero nunca lo hice – (música triste de fondo)
No dejes que esto te pase, si tienes una idea, ponla a trabajar, deja que crezca, no temas que te la roben y si te la roban puedes meditar sobre dos puntos más.
Por qué esperar tanto para accionar y transformar las ideas en una realidad.
Todos tenemos la capacidad de crear miles de ideas más.
¡Ponte en marcha ya!